Por supuesto los ciclistas españoles siguen haciendo oídos sordos a la preparación en carrera. Quizás no sea culpa de ellos totalmente pero sí de quienes tienen la responsabilidad de entrenarlos al nivel de superación que tiene Tadej Pogacar.
Hay mucho chulo con librillo que se ha pasado la vida sacándose licenciaturas académicas pero cuando viene un ciclón, no saben dónde meter su culo.
Que un tío como Pogacar se les vaya quinientos metros por una pendiente a un grupo con los mejores ciclistas del planeta, y a lo largo de cien kilómetros hasta la meta no sean capaces de cogerlo, dice mucho de por qué el esloveno decidió perderse los Juegos Olímpicos de París.
A la postre, Ben O´Connor, un corredor australiano infravalorado que dio la sorpresa en la Vuelta a España y estuvo a punto de ganarla, ha quedado a solo 34 segundos del esloveno, tras una escapada a poco menos de un kilómetro de meta que dejó helados al grupo que perseguía a Pogi.
Al final pregúntense por qué hay tanto espabilado en el ciclismo español con licencias para entrenar. La mayoría la obtuvieron gracias a la mujer, que los acompañó en el examen para que no metieran la pata a la hora de cagarla.
Esa es la diferencia y el talento. El talento no necesita la aprobación de nadie. Los españoles como en la maratón de los Juegos Olímpicos o en la de esta mañana en Berlín. ¡No se comen una rosca!.