El mundo del ciclismo es un retrato de las evoluciones del running, donde una mayoría desconoce la equivalencia entre correr o pedalear en llanos y correr o pedalear en cuestas.
También es cierto que la mayoría no alcanzan altas competiciones, ejercen durante cuarenta años sin haber sido capaz de haber evolucionado jamás.
Ya dije en mi anterior post hace ya varias semanas sobre la fijeza que tienen algunos con los datos.
Si nos referimos al ciclismo, la obsesión con los datos de la energía que generó un ciclista por una cuesta el pasado Giro, se piensa como si fuese el dato clave que hay que entrenar.
Leí sobre la etapa del paso por la Cima de la Bonette para bajar y ascender a Isola 2000, toda clase de conjeturas del entrenamiento de Pogacar para este Tour de Francia.
Como atleta de Trail Running aprendí las equivalencias entre las cuestas y los llanos. Pero estos conocimientos no están al alcance de cualquiera. De hecho tengo conocimientos científicos propios y ninguno procede de la didáctica de las aulas.
Estos conocimientos están en las manos de unos pocos que se pueden contar con los dedos. No se da ni se regala. Y por supuesto no se transmite por una cara bonita ni un buen culo.
Pogacar es el ciclista autodidacta que se dio cuenta de estas equivalencias donde otros pasan la vida estudiando tonterías sin la posibilidad de acercarse nunca a esos números.
Algunos dirán: "Hago este ejercicio y alcanzo este nivel."
Pero no. No porque si esas rutinas la han hecho otros y no les generó nada, no te lo van a generar a ti. Ya sabemos que hubo en el ciclismo un Amstrong que lo dejó roto.
Lo peor que puede ocurrir en un deporte es perder la credibilidad. Si no tienes una rutina para contrastar, no me vas a convencer. Soy un científico del deporte y he corrido como nadie.
La mejor estrategia de Pogacar es que te escapes, te canses de pedalear al punto de que subas una cuesta y sufras un desgaste excesivo. Ya se encargará de quitarte en los últimos kilómetros todas tus opciones de grandeza.