Lo siento mucho por los miles de seguidores, pero el Infierno del Norte dictó sentencia a Tadej Pogacar, con el descontrol pasado de rosca en un curva resbaladiza, fue a caerse y liarse las piernas con la bicicleta en la cuneta de hierba.
Ganó su tercera París Roubaix el neerlandés Mathiu Van der Poel, incluso pinchando en el Carrefour, y que algún energúmeno le arrojó en uno de los tramos un bidón de bebida, y con todo, le fue sacando tiempo a Pogi, quedando menos de cuarenta kilómetros hasta la meta.
Parece que la lluvia no mojó lo suficiente para enfangar los tramos, pero el mojado ha provocado resbalones llevando ciclistas pasados de rosca al suelo. Es lo que tiene este monumento además del tremendo desgaste.
Yo soy seguidor de Van der Poel en los grandes monumentos. No soy seguidor de ningún otro ciclista. Ya se sabe que entre los seguidores de ciertos ciclistas cunde la derrota, como charlatanes de sillón.
He visto en esta París Roubaix muchos problemas con la entrega de bidones, ha habido trompazos contra el suelo y derrotas por culpa de ello. No sé de qué manera más sana habría para entregar bidones, sino que la entrega se hiciese escalonada y por separado, no en grupo, y menos aún en una prueba como esta.
En la caída de Pogacar tiene el chance que la bicicleta se le ha liado en las piernas. Si no fuera por eso hubiera perdido menos tiempo, durante unos momentos parece que Van der Poel le esperó, miraba muchas veces para atrás, pero la orden le llegó pronto: "Tira para adelante".
Pogacar fue incapaz de recortar por las circunstancias y las exigencias del pavés, la exigencia física le fue distanciando, hasta darse cuenta cómo consume el Infierno del Norte a los ciclistas, devorando el rendimiento hasta agotarlo.
Una curva pasada de tono, una cuneta con hoyos llenos de hierba, una bicicleta enrrollada en las piernas y al suelo.
El pavés lo llevó a la cuneta y los hoyos de la cuneta lo arrojaron al suelo. Menos mal que esta vez no era asfalto.
¡Grande por tercera vez el gran Mathiu Van der Poel!.