Hoy habrá otra etapa para las volatas que provocan accidentes. Algo parecido al final de la etapa de ayer.
Si os digo la verdad, no me están gustando la mayoría de las etapas del Giro de Italia 2025. Esta gente tiene que tener algún asesor parguela con el culo escocido de hacer ciclismo turístico de 150 kilómetros.
Yo llegué a ver, no recuerdo en qué vuelta, etapas de 285 kilómetros atravesando montañas.
Eso de poner etapas como las de hoy con 144 kilómetros y una montañitas en el trayecto intermedio, es como si yo me voy de veraneo de Málaga a Almuñecar con la bicicleta, me doy un baño en la playa y me vuelvo a casa por la tarde.
Hace ya unos pocos de años, siendo corredor de cross, tenía el domingo una carrera de élite de campo a través de 12 kilómetros.
Pero el sábado antes de la carrera, se me ocurrió coger la bici de paseo de color rojo que tenía, enganché la mochila con mis cosas en el asiento trasero y me dirigí hacia Almogía, a pasar el día porque estaba aburrido.
Llegué a Almogía más pronto que canta un gallo. Me tomé un café y me aburrí de estar allí sentado. Así que puse rumbo hacia Villanueva de la Concepción donde desayuné.
Mirando el mapa vi que Antequera estaba cerca y me fui para allá sin pensar que al día siguiente tenía una carrera de alta competición.
Subí por una carretera enrevesada muy inclinada hasta el puerto de montaña del Torcal y bajé a Antequera.
Allí, aburrido tras tomarme un café, decidí llegar a Villanueva de Algaidas para rondar el lado occidental del pantano de Iznájar por Cuevas de San Marcos, y eso me divertía sin pensar en la carrera de élite que iba a correr el domingo.
Comí en un restaurante de Villanueva a eso de las una de la tarde unas albondigas muy saladas y me fui para Cuevas de San Marcos.
Allí encontré el camino forestal que veía en mi mapa y lo seguí hasta que me salí para llegar a Villanueva de Tapia, entonces vi la hora de regresar a casa a tal modo que se me hizo de noche yendo por la A-92.
Mi bicicleta tenía luces y usaba el arcén en la mayor parte del recorrido. Pero cuando debía estar ya en el puerto de Las Pedrizas, resulta que me había equivocado y llegué a Antequera.
Tuve que ir por la antigua carretera nacional escalando hasta las Pedrizas para después bajar siempre por el arcén.
Cuando llegué a casa serían las 2 horas de la mdrugada. Me duché y enseguida caí en un sueño atronador.
Me desperté a la hora de ir a correr el cross y competí, sí, pero cuando llevaba ocho kilómetros de los doce, me entró un sueño terrible, y Manolo Sarria, que era el organizador de la carrera, me echó una bronca por retirarme.
Pero él ignoraba lo que me pasaba y yo me fui a casa andando porque me caía de sueño y no sabía si iba a llegar.
Al final lo logré, abrí la puerta, la cerré bien cerrada con llave, tiré mi mochila al suelo y me arrojé a la cama para no despertarme hasta la madrugada del día siguiente. Y volver a dormirme poco después hasta las 12 del mediodía.
Esas ganas de competir no lo tienen los ciclistas de hoy. Yo llegué a recorrer con la bicicleta sin ser ciclista unos 275 kilómetros con una bicicleta de paseo, simplemente porque estaba aburrido, a pesar de estar inscrito en un cross de competición, correr al día siguiente sobre ocho kilómetros y retirarme porque me dormía de lo poco que había dormido.
¿Pero estas etapas de 155 y 144 kilómetros en un Giro de Italia qué coño es?.
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